Marketing con memes. ¿Podría haber algo más millennial? Difícilmente, pero lo cierto es que, mucho más que una simple tendencia, esta estrategia llegó para quedarse. Ahora, ¿te animarías a intentarlo en tu empresa? Sin dudas, es original, creativo y fresco, pero si no se hace bien, se puede conseguir el efecto totalmente opuesto y mucho puede salir mal. Hoy vamos a hablar del marketing con memes y algunos de sus aspectos más interesantes.

 

El marketing con memes: un arma de doble filo

 

La era digital ha abierto un amplio abanico de posibilidades en torno al humor, la identificación y las formas en las que las personas nos comunicamos. Y, entre otras cosas, ha creado nuevos lenguajes, nuevos códigos, nuevas formas de relacionarse y compartir información. Los memes, viejo término formulado por el reconocido científico estadounidense Richard Dawkins mucho antes de que existieran siquiera las redes sociales y la explosión del Internet, son un ejemplo perfecto.

 

Los memes manejan un código único, simple y, en la gran mayoría de los casos, muy concreto. A través de imágenes rústicas, terminologías contemporáneas (muchas veces descartables) y lógicas tan variadas como originales, establecen las reglas del juega, divierten y fortalecen el sentido de la identificación de forma inmediata. Si el meme hace reír o identifica, está destinado al éxito: pronto será replicado, compartido y viralizado, expandiéndose el feed de cientos, miles y millones de personas en todo el mundo.

 

 

 

Todos estos factores, a su vez, han avispado algunas cabezas marketineras que, con ingenio, lo han aprovechado al máximo. Y no es para menos, pues las posibilidades que un buen meme otorga son muy pero muy grandes. Asimismo, puede ser un arma de doble filo y si no se hace bien, puede arruinar la imagen de una marca o producto a niveles igual de inmensos. De hecho, en buena medida, otra de las excepcionales características que tienen los memes y su singular forma de comunicar es que, en ocasiones, desarrollan el dialogismo y se autoreplican, generando nuevos memes que también pueden viralizarse y seguir replicando el ciclo una y otra vez.

 

En este sentido, un meme mal pensado, con errore gramaticales o que demuestre que la lógica de los memes no se entiende realmente, sino que lo que en realidad sucede es que una marca o producto busca sacar provecho de la situación sin entenderla de verdad, puede resultar en otros memes denunciando la situación o burlándose de esta situación. El resultado será una comunidad entera burlándose de una marca en las redes. Los ejemplos sobran y no solo para marcas, sino grandes personalidades e incluso políticos.

 

 

A fin de cuentas, se estima que los millennials pasan en promedio unos 200 minutos conectados, en línea. Imagina cuántos memes se ven en ese tiempo o inténtalo ahora mismo, abre tu red social favorita y haz un pequeño scroll en el feed. ¿Cuántos memes hay?

 

El mayor a error a evitar si se va a hacer marketing con memes es el de intentar pasarse de listos. No hay mucho que explicar sobre este punto y aplica no solo al marketing con memes, sino a cualquier otro aspecto de la vida: no hay que herir sensibilidades. ¿Por qué hacer algo así? Aquí es fundamental la revisión editorial.  Personas desagradables, carentes de una buena educación y que confunden el mal gusto y la ignorancia con el humor, hay en todas partes, por eso es importante contar con editores que revisen y aprueben o no el material antes de que se publique. En este sentido, también sobran los ejemplos de marcas que han quedado en evidencia por su racismo, machismo y otras formas de desprecio, a veces enchastrando su imagen a causa de una mala elección de personal, otras demostrando una línea ética deplorable y digna de repudio.

 

De un modo u otro, algo es seguro: haciendo marketing con memes se estará hablando del producto sí o sí. Aunque, claro, que se hable de nuestro producto para hacer humor o denuncias ya no es tan práctico.

 

¿Quien no arriesga no gana? ¿Qué opinas, marketing con memes sí o no?